domingo, 8 de agosto de 2010

San Telmo.


San Telmo (San Pedro González Telmo) es uno de los barrios más antiguos de la Ciudad de Buenos Aires. En sus orígenes, fue habitado por las familias aristocráticas de Buenos Aires, hasta que la epidemia de la fiebre amarilla de 1871, los obligo a mudarse al norte. Fue entonces que estas familias propietarias de las casonas de San Telmo, comenzaron a alquilarlas a los inmigrantes europeos. Junto con el cercano Monserrat se lo conoce como "Barrio Sur", en oposición al "Barrio Norte" de San Nicolás. Todavía pueden escucharse ritmos rioplatenses como el tango en sus calles.
San Telmo es una de las zonas mejor conservadas dentro de la siempre cambiante Buenos Aires, y se caracteriza por sus caserones coloniales y sus calles, muchas de las cuales aún están empedradas con adoquines. Entre las muchas atracciones que se pueden visitar en este barrio, se encuentran numerosas iglesias antiguas (como la de San Pedro Telmo), museos, tiendas de antigüedades y una feria semipermanente de antigüedades Feria de San Telmoen la plaza principal, Plaza Dorrego.
También se realizan actividades relacionadas con el tango y el Candombe, destinadas tanto a los habitantes locales como a los numerosos turistas que visitan la zona.
Los sábados por la tarde y los domingos durante todo el día, la calle Defensa se convierte en paseo peatonal donde se disfruta de artistas callejeros, titiriteros,magos y estatuas vivientes.

El lunfardo.

Como consecuencia de la inmigración masiva que caracteriza el periodo que va desde mediados del siglo pasado hasta la mitad del presente, la cultura argentina de hoy resulta imodificada por las costumbres de los europeos y en particular las de los italianos. La gran incidencia que tuvieron los rasgos culturales italianos en este proceso de asimilación tiene principalmente dos razones. 
La primera es de carácter cuantitativo y se explica mirando los datos estadísticos del proceso inmigratorio. La idea de una repoblación de Buenos Aires se sostiene en las cifras demográficas y en los porcentajes de inmigrantes que en 1914 alcanza el valor del 49 por ciento. Casi 12 millones de descendientes de  italianos, emigrados cuando Europa no podía saciar sus poblaciones, llevaron valores y tradiciones que representaban todo lo que quedaba en sus manos y también la base sobre la cual construir y cambiar gradualmente sus propias costumbres, según lo que se les presente en el nuevo mundo. 
La segunda es de tipo cualitativo y concierne a las semejanzas entre los elementos culturales que entran en contacto. Tener raíces comunes, como en este caso el hablar una lengua de derivación latina, es un catalizador para una fusión de valores porque contribuye a derrumbar las barreras culturales y los prejuicios. Suele decirse con razón que no hubo en Buenos Aires un proceso claro de asimilación de tipo tradicional; esto es, cuando una sociedad receptora sólidamente constituida desde el punto de vista sociodemográfico recibe migraciones externas y les impone un sistema cultural más o menos uniforme. En tales casos tradicionales, los inmigrantes deben sufrir un proceso de adaptación a la situación preexistente y, en muchos casos, constituyen una minoría étnica. El camino entonces fue inverso, la existencia de ciertos ámbitos de integración (barrio periférico, escuela nacional obligatoria y gratuita, ciertas formas de expresión artística,etc.) que fueron borrando paulatinamente las diferencias culturales está comprobada por varios especialistas, como Francis Korn y James Scobie; así que más que asimilación lo que hubo en Buenos Aires fue fusión lisa y llanamente. Los estilos de vida que los inmigrantes iban a aprender no revolucionaban completamente los valores sedimentados y por lo tanto los viejos modelos de vida no se perdían, servían de puente hacia los nuevos.

La boca.

Se llamaba Riachuelo de los Navíos. Desde su desembocadura, y hasta la cima de las suaves ondulaciones que aún perduran en los límites boquenses del parque Lezama.

Algunos historiadores afirman que fue junto a la desembocadura del Riachuelo, en el Río de la Plata, donde Pedro de Mendoza fundó la primera ciudad de Buenos Aires.

La Boca del Riachuelo, después La Bocaa secas, zona de tierras bajas e inundaciones fáciles, fue durante largos años conocida como tierra de nadie, ignorada por los pobladores como sitio habitable pero reconocida como puerto. No pasó mucho tiempo sin que la ribera congregara en sus márgenes un número cada vez mayor de astilleros, almacenes navales, depósitos de lanas, saladeros y otras instalaciones similares, que justificaban el nombre de “Puerto de Tachos”, denominación que perduró hasta la época de Rosas .
Atraídos por la posibilidad de trabajar, comenzó a poblarse de inmigrantes griegos, turcos, italianos, etc.

Junto a los varaderos y a los depósitos, a las barracas y a los astilleros, reemplazados mucho más tarde por las construcciones portuarias, empezaron a levantarse las humildes casillas de cinc y de madera que dieron a la Boca esa fisonomía tan singular como extraña en nuestras latitudes.

Fueron los genoveses en su mayoría, gente de mar, quienes se radicaron allí, construyendo humildes casas asentadas sobre pilotes, con estructuras de madera y paredes de zinc, que pintaron de vivos colores.  Un bote colgado en la puerta advertía de la constante amenaza que representaba las inundaciones periódicas.  

Con el tiempo la población de este barrio marinero se fue ampliando, los italianos eran más que los nativos y el dialecto genovés predominaba sobre el castellano, haciéndoles a los maestros dificilísimo impartir sus lecciones. Pueblo exuberante y bullanguero, conservaba intactas las costumbres de su terruño,  sociedad fraternal con las primeras instituciones de apoyo comunitario de Buenos Aires, que también supo editar diarios y revistas, que fundó clubes y teatros para el cultivo de la dramaturgia, que generó poetas músicos y artistas plásticos, que envió al Parlamento, el primer diputado socialista de América (Alfredo Palacios), que abrió cantinas donde poder saborear los platos tradicionales al compás de un alegre tarantella o una nostálgica canzonetta.

jueves, 5 de agosto de 2010

Orígenes del tango

El Tango se gesta en ambas márgenes del Río de la Plata entre 1850 y 1890. A principios del siglo XIX con su aceptación popular a nivel mundial la danza evoluciona hasta su forma actual.
Este baile que se originó en el puerto de Buenos Aires y rapidamente se extendió a los barrios del sur, como
San Telmo, Monserrat y Pompeya, tuvo su crecimiento paralelo con el de la sociedad argentina, formada por inmigrantes europeos, que aportaron muchos de sus elementos.
En los barrios surgió el "tango arrabalero," aquel que bailaban en el arrabal, hombres y mujeres con los cuerpos fuertemente abrazados, y que escandalizó a la sociedad de la época.
Condenado por la iglesia y prohibido por la policía por incitar al escándalo, fue asociado con la lujuria junto a la bebida y el baile.
Su prohibición obligó a bailarlo en sitios ocultos hasta haber entrado en el siglo XIX, por eso su ambiente de nostalgia. En ese entonces, solamente los estratos sociales humildes, los del suburbio, cultivaban esa danza. El Tango surgió en burdeles, rancherías y boliches. Era concebido como "vulgar" por los estratos mas conservadores. 
La insólita fusión de lenguas, conocimientos y costumbres genera el fenómeno del tango y paralelamente un lenguaje, el lunfardo. Esta manera de hablar tomaba palabras de algunos dialectos italianos, y de otras lenguas traidas por los inmigrantes, absorbidas y adaptadas al porteño. Al principio era el lenguaje de los presos y los delicuentes, comunmente hablado por la gente del puerto.



La excursión

El Martes 29 de Junio del 2010, los terceros años del colegio Nuestra Señora del Sagrado Corazón, hicimos una excursión a dos barrios muy importantes en el período de inmigración europea en nuestro país.
Lo primero que hicimos fue conocer un conventillo que estaba construido alrededor de un patio. Conocimos las habitaciones, donde en la época de inmigración vivía una familia, donde cocinaban, los baños, que eran muy pocos. Solían presentar malas condiciones sanitarias, fruto del hacinamiento. Tambien, había una ininterrumpida rotación de inquilinos. 
Luego caminamos por la calle Caminito, donde se venden pinturas, souveniers y artesanías. Sabemos que los domingos hay parejas de tango que bailan sobre su empedrado. Había edificios construidos con chapa y cartón, pintados con distintos tipos de colores muy llamativos (eran pinturas que sobraban de los barcos, el puerto), por esto, el barrio de La Boca, es muy conocido. 
Después fuimos a San Telmo y entramos en un antiguo conventillo, era distinto al que conocimos en La Boca, porque su función no era la misma. El conventillo de San Telmo, al contrario, era de estructura concreta, poseía tambien muchas habitaciones, eran pequeñas y de techos altos. Primero sos habitantes eran familias adineradas, con el tiempo estas familias se mudaron a otros barrios en consecuencia de las pestes e inundaciones que había, por eso los inmigrantes alquilaban estas habitaciones.

martes, 3 de agosto de 2010

Los conventillos

Cada cuarto era alquilado por una familia o por un grupo de hombres solos. El comedor y los baños suelen ser los mismos para todos los inquilinos. Acostumbraban presentar malas condiciones sanitarias, estaban construidos en galerías alrededor de uno o varios patios centrales y el techo era de vigas de madera afirmadas con piedras o ladrillos.
Los conventillos fueron el primer hogar de muchos inmigrantes recién llegados a Argentina. En él se mezclaba gente de todos los idiomas y nacionalidades. En cada habitación, que no poseían ventanas, vivía una familia. Los baños eran muy pocos, como las canillas para administrar el agua. Como el agua potable provenía de pozos y no había cloacas, era bastante común que los inquilinos se contagiaran diversas enfermedades.



Caminito

Letra: Gabino Coria Peñolaza
Música: Juan de Dios Filiberto


Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar,
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal.
Caminito que entonces estabas
bordado de trébol y juncos en flor,
una sombra ya pronto serás,
una sombra lo mismo que yo.
Desde que se fue
triste vivo yo,
caminito amigo,
yo también me voy.
Desde que se fue
nunca mas volvió,
seguiré sus pasos,
caminito, adiós.
Caminito que todas las tardes
feliz recorrías cantando mi amor,
no le digas si vuelve a pasar
que mi llanto tu suelo regó.
Caminito cubierto de cardos,
la mano del tiempo tu huella borró;
yo a tu lado quisiera caer
y que el tiempo nos mate a los dos.