Como consecuencia de la inmigración masiva que caracteriza el periodo que va desde mediados del siglo pasado hasta la mitad del presente, la cultura argentina de hoy resulta imodificada por las costumbres de los europeos y en particular las de los italianos. La gran incidencia que tuvieron los rasgos culturales italianos en este proceso de asimilación tiene principalmente dos razones.
La primera es de carácter cuantitativo y se explica mirando los datos estadísticos del proceso inmigratorio. La idea de una repoblación de Buenos Aires se sostiene en las cifras demográficas y en los porcentajes de inmigrantes que en 1914 alcanza el valor del 49 por ciento. Casi 12 millones de descendientes de italianos, emigrados cuando Europa no podía saciar sus poblaciones, llevaron valores y tradiciones que representaban todo lo que quedaba en sus manos y también la base sobre la cual construir y cambiar gradualmente sus propias costumbres, según lo que se les presente en el nuevo mundo.
La segunda es de tipo cualitativo y concierne a las semejanzas entre los elementos culturales que entran en contacto. Tener raíces comunes, como en este caso el hablar una lengua de derivación latina, es un catalizador para una fusión de valores porque contribuye a derrumbar las barreras culturales y los prejuicios. Suele decirse con razón que no hubo en Buenos Aires un proceso claro de asimilación de tipo tradicional; esto es, cuando una sociedad receptora sólidamente constituida desde el punto de vista sociodemográfico recibe migraciones externas y les impone un sistema cultural más o menos uniforme. En tales casos tradicionales, los inmigrantes deben sufrir un proceso de adaptación a la situación preexistente y, en muchos casos, constituyen una minoría étnica. El camino entonces fue inverso, la existencia de ciertos ámbitos de integración (barrio periférico, escuela nacional obligatoria y gratuita, ciertas formas de expresión artística,etc.) que fueron borrando paulatinamente las diferencias culturales está comprobada por varios especialistas, como Francis Korn y James Scobie; así que más que asimilación lo que hubo en Buenos Aires fue fusión lisa y llanamente. Los estilos de vida que los inmigrantes iban a aprender no revolucionaban completamente los valores sedimentados y por lo tanto los viejos modelos de vida no se perdían, servían de puente hacia los nuevos.
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